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Con los pies en la tierra

Este proyecto refleja cómo nos arraigamos a la tierra y, por tanto, al mundo. 

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Utilizando las piedras como lienzo para materializar palabras, números y símbolos, nos recuerdan que debemos conectar mentalmente con el momento presente. En las piedras aparecen tres idiomas: El español, mi lengua materna; el sánscrito, la lengua ancestral que recuerda mi trabajo profesional en el yoga; y el inglés, mi "segunda lengua materna" del lugar que he elegido para vivir.

Trabajar con piedra me ha llevado a cuestionar mi percepción del tiempo, de la estabilidad, del cambio y de la impermanencia. Cada piedra revela una historia de cambios trazados por el mundo natural. La instalación invita al público a interactuar con el sólido y rocoso mundo de la tierra. Por otra parte, nos lleva a la reflexión sobre lo que el mundo natural consigue comunicarnos, y que otras formas de comunicación más efímeras no logran. La concepción y construcción de la obra se ha realizado para que el público manipule y toque las piedras a su libre albedrío. Resulta vital la presentación de esta obra como una performance que invita al espectador a una experiencia inmersiva abierta a la interacción. La interacción performativa de esta obra con el público nos lleva a la reflexión sobre la importancia del momento presente. El espectador puede interactuar con las piedras mediante el tacto, mediante el sonido al mover las piedras y mediante la vista al leer las palabras escritas; todo ello activa los campos visual y cognitivo del cerebro. Decidí que las piedras debían estar ubicadas en medio de la naturaleza, cerca de un río y de forma que permanecieran en constante contacto con el público. Decidí colocar estas piedras −originarias de un río de la región de Cornwall − en el parque londinense de Brockwell Park ya que bajo él fluye el río Effra. Investigué qué zonas del parque están conectadas con el río, además del nivel de agua que hay bajo las zonas principales del parque, también encontré un abrevadero en el corazón del parque justo por donde pasa el río. Este abrevadero tiene dos niveles, uno utilizado por los perros para beber y otro cubierto de tierra y plantas. Aunque el río fluye continuamente, para el público cae en el olvido ya que es algo soterrado y perteneciente al pasado. Colocar las piedras sobre el curso del río sirvió de recordatorio y, también, para reintegrar su presente escondido en el sendero para los transeúntes. El público, mediante su intervención, observa el pasado (a través del abrevadero) como lugar de recreo en el que experimentar con un nuevo momento presente de experiencia y conciencia (a través de las piedras). El proyecto −que continuó como una obra en proceso− lo continué observando y realizando un seguimiento con regularidad, además de visitar el lugar y tomar fotografías para documentar la lenta desaparición de la obra. Me situé en el papel de observadora, percibiendo el silencio y el paulatino proceso de transformación orgánico de la obra.

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Instalación con los pies en la tierra

2013
Piedras, lienzo y pintura acrílica.
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